Raro es que en ese lugar donde no había nada, se instalara un puesto donde se venden helados. Más raro es que a la hora en que pasamos por ahí, considerando el sol que había, no estuviesen tales refrescos a la venta. Pero lo más raro de todo, es que aquella banquita, que no alcancé a fotografiar por el alejamiento del bus, estuviera con candado atada a la caseta.
¿Quién podría robársela? En fin, helados se venden en el medio de la nada, y no había helados, nadie que los vendiera ni nadie que los pudiera comprar. Sólo desierto, ¿dónde?, no tengo idea dónde estábamos.
lunes, 7 de diciembre de 2009
HELADOS
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