martes, 28 de septiembre de 2010

O SEA, NO ESTABA EQUIVOCADO


Como si ya la lluvia del 26 de Septiembre en Valparaíso, no fuera motivo suficiente para poner cara de pregunta mientras el agua escurre por las caras, además, en mi barrio, y parece que en varios más, hubo un corte de energía eléctrica.

Gotera vitalicia en el techo de mi baño, gotera constante y poco bienvenida afuera de mi casa y, además a oscuras. No sólo a oscuras, si no también sin ningún tipo de información.

Quería ver en televisión el programa de Felipe Camiroaga y no fue posible. La energía volvió al sector pasadas las dos de la madrugada.

Comentaré lo que quería ver.

El avance que se mostró durante la semana, anunciaba como momento estelar del programa, una entrevista muy a fondo con Marlen Olivarí. Evidentemente no pude verla, pero tenía la intención de hacerlo, sobre todo pues me parece que por primera vez reconocía haber tenido problemas con la droga y el alcohol.

Insisto en que no vi la entrevista completa, pero hay unos segundos en que Felipe le consulta si es verdad que tuvo problemas con el alcohol y la droga, a lo que ella, asintiendo con la cabeza dice “sí… con ambas… con ambas…”.

Creo que quedó claro en ese instante, independiente si en la entrevista, estas respuestas están en otro contexto. Como sea, nadie dice eso en televisión bromeando, la cara de Marlen, no era de broma.

Solo pretendo traer a colación un comentario que hice hace ya algún tiempo (mediados de 2008) en esta misma plataforma virtual. Acerca de la participación de esta mujer en el mismo programa de Camiroaga. No recuerdo exactamente de que se habló ahí en esa oportunidad, pero en el texto hay algunos detalles que podrían venir al caso, luego la más reciente confesión de ella en Animal Nocturno.

Algo me dice que yo no estaba tan equivocado, y eso que sólo la vi por televisión en ese momento como cualquier telespectador de nuestro Chilito. Si alguien recuerda haber visto ese fragmento de la entrevista durante la semana que pasó, que algunas líneas atrás reproduje entre comillas, comprenderá entonces lo que escribí aquí hace algo más de dos años. Ver aquí el comentario acerca de Marlen en Animal Nocturno 2008.

EXTRAÑA CULTURA

Asumo como un poco infundado mi desagrado hacia algunas manifestaciones artísticas, que me parecen recubiertas de un halo protector, sustentador, promotor y que las trata comercialmente muy bien. Este halo es el término (ni siquiera el concepto) “cultural” y mi desagrado se basa justamente en eso, que lo cultural sea solo un apellido.

Los miles de tambores, batucadas, malabaristas y monociclos que recorren mi ciudad cada cierto tiempo, están todos bajo la característica de manifestación artística.

Podría decir que el oficio central de todas estas artes viene a ser el de actor o actriz. Siendo actor es muy fácil expresar lo que quieres en cualquiera de las formas que siempre vemos por las calles. Me atrevo a sugerir que ser bailarín o bailarina, le sigue muy de cerca.

Ya en un ámbito algo más popular, los actores de televisión, siempre encubiertos tras un personaje, han demostrado muchas veces que con bienes materiales ganados en su trabajo en la tele, viven una vida de actores de teatro. Generalmente son vegetarianos, con una leve o marcada tendencia hacia el pensamiento político de izquierda, ecologistas o defensores de algunas causas perdidas, muy solidarios y, casi por una consecuencia lógica, pertenecientes a lo más selecto de la cultura nacional.

Pues bien, días atrás mientras veía a pedazos el programa “¿Quién merece ser millonario?” conducido por Sergio Lagos, recuerdo solamente dos preguntas. Una de ellas formulada durante la participación del dúo que formaba una señora junto a Diana Bolocco. A ellas se le consultó acerca de quién había pintado la obra “Combate Naval de Iquique”. Luego de presentarles cuatro alternativas, como es la característica del juego, Diana optó por ocupar el comodín de la llamada telefónica. Llamó a una periodista amiga de ella que trabaja en el mismo canal, ésta eligió entre las alternativas, a Thomas Somerscales. Dado que este pintor inglés era conocido por sus marinas, fue la alternativa que yo me había imaginado, aun sin tener la certeza absoluta de estar en lo cierto. La respuesta definitiva era la correcta y, después de sentirme culto por un rato, la siguiente pregunta que se les hizo estaba bastante difícil y optaron por retirarse del juego, llevándose algo más de doce millones de pesos.

En mi desordenada noche libre y jugando con el control remoto, me tocó ver otra pregunta ya formulada en este concurso. En este caso la pareja la conformaba un señor desconocido y el actor del área dramática del trece Pablo Schwartz, (al parecer muchos sólo lo recuerdan por ser el amigo del burro Luis Miguel en la teleserie Sucupira).

Entrampados en la pregunta se encontraban ambos y al parecer ya habían hecho uso de varios de sus comodines. La pregunta tenía relación con el año en que se había desarrollado la guerra del golfo pérsico. Había cuatro años propuestos como alternativas y entre esas, la que yo creía correcta cual era el año 1991, cuando se inicia la ofensiva militar por parte de una coalisión liderada por Estados Unidos.

Para mi sorpresa, don Pablo le pidió a Lagos usar el comodín llamado “50 y 50”, lo que significa que se eliminan dos de las cuatro alternativas para dejar menos margen de error. En ese escenario Schwartz se decidió por la correcta y avanzó, claro que sin mucho éxito ya que, aunque no vi la pregunta que seguía, en pocos minutos cuando volví a ver el trece, ya había otra pareja concursando.

Y yo me quedé pensando.

Y pensé que las preguntas que alcancé a ver estaban cambiadas. Pensé que quizás la amiga de Diana debió responder, en su calidad de periodista, acertadamente el año de la guerra del golfo y que Pablo, el actor, debía haber sabido quién era el autor del cuadro del Combate Naval.

Pero también me di cuenta de algo.

Lo del cuadro de Somerscales no era tan fácil de asociar, sin embargo, la guerra de la que se habla aquí, ocurrió ante los ojos del mundo entero, de nuestra generación, cuando éramos adolescentes. La primera guerra televisada en directo en la historia de la humanidad. ¿Acaso alguien podría olvidar eso?

En todos los televisores del mundo se vio la invasión de Estados Unidos a Irak, pero resulta que Pablo, que debe ser ya un poquito mayor que yo, no la vio. O no se acuerda. ¿Y la cultura de los actores?

Sin duda, bajo mi perspectiva, él está fallándole al gremio actoral nacional, sobre todo por ser un actor conocido y, además, uno de los protagonistas de la teleserie Primera Dama (razón obvia por la cual estuvo integrado al programa de preguntas). A los actores no les concedo el derecho de estar desinformados, sobre todo cuando por lo general hacen alarde de una suerte de propietarios de la cultura, ya sea porque leen mucho o porque actúan gratis para poblaciones o gente de escasos recursos o porque se ganan todos los proyectos Fondart.

Lo siento mucho, es una falla que no tiene excusa, sobre todo en el contexto de las causas perdidas, no me imagino un actor que no esté en contra de cualquier iniciativa norteamericana, o algún producto proveniente del sistema imperialista y menos, que no sepa cuando invadieron (como es ya casi una característica) un país más chico.

Por eso en Twitter sigo a muchos periodistas, ellos la llevan. De un tiempo a esta parte, la nueva generación de periodistas acá en Chile que desplazó en la lectura de noticias a los locutores o profesionales de la voz, se muestran agudos, lúcidos, actualizados y por sobre todo muy informados (imagino que también habrá de los otros), por eso no me sorprende lo de la amiga de la Bolocco chica, y sí me sorprende en cambio, aunque sustenta mi hipótesis, el porrazo cultural de Pablo Schwartz.

ALCANCE DE ODISEA


No deja de ser particular ver este gran letrero, en el sitio donde se emplaza este centro educacional para adultos, justo sobre una librería llamada “Odisea”. Cualquiera podría recordar que hace no mucho tiempo, uno de los hombres más buscados en el país resulto ser ZACARACH, que en el fondo es el alias que usaba Rafael Maureira Trujillo. Este señor era un fugitivo de la justicia y se encontraba procesado por pertenecer a una red internacional de pedofilia que se llamaba… así mismo, tal como lo estás imaginando, PAIDOS.

Entiendo que hay una inspiración legítima para el nombre del centro de estudios que, me parece, dice relación con un concepto ligado al ámbito académico a nivel internacional. Por otro lado, la red en la que participaba este personaje también era internacional, y aquí en Chile existía una suerte de “filial”.

El alcance de nombre espero que no haya afectado a la imagen del lugar donde se imparte enseñanza, sin embargo la coincidencia con la “odisea” que vivió el tipo firmando en Chile y luego huyendo hacia el extranjero, es desagradablemente notable.

DEL 18


En ambas fotos de pueden a preciar pequeños descuidos en la escritura, como seguramente hubo mieles en todo el país, sobre todo en una fecha en que nada de eso importa, salvo pasarlo bien y celebrar el aniversario de Chile.

Cada foto tiene su propio detalle, sin embargo ambas tienen algo en común.

En una de ellas se aprecia lo que creo yo, es casi la peor forma de escribir la palabra “Cerveza”. Y digo “casi”, pues sólo le faltó que la primera letra fuera una “s” o una “z”.

En la otra foto me resulta difícil comprender el real valor de la pizza. Por los colores se me ocurre que inicialmente costaba trescientos pesos, y quizás sólo el trozo, no una pizza completa. En algún momento decidieron vender un trozo más grande o una pizza entera. Por eso debieron agregar un cero para venderla a tres mil pesos, con su respectivo punto luego del dígito tres. Parece que momentos después alguien no se había enterado del cambio y decidió hacerlo, agregando otro cero y contando de nuevo las centenas a partir de él, lo cual hace aparecer dos puntos en la cantidad.

Bueno, la característica común que tienen ambos letreros así como muchos de los que vi, es que, mientras en uno se ofrecen “empanadas” en plural, en circunstancias en que todo lo demás está ofrecido en singular, el otro letrero ofrece “bebidas”, al lado de “pizza” y “cerveza”. O sea, las bebidas y las empanadas existen una buena cantidad, sin embargo, no hay stock para los otros productos ya que hay sólo una unidad de cada uno de ellos.

Ya habrá más particularidades dieciocheras.

MAESTA


Uno de miles, uno de millones. Un aviso entre tantos que se desparraman por la cuidad de Valparaíso, ensuciando las paredes pero con la sana intención de promover la generación de empleo.

En este caso se trata de un restaurant en el centro de la ciudad. Según mis conocimientos del sector, me parece que la calle donde se encuentra ubicado se llama Chiloé.

Ahora, lo que no entiendo es el por qué mediante este anuncio se pretende silenciar a tan famosa y querida isla chilena. No veo relación alguna entre la búsqueda de una “maesta” de cocina y que los chilotes permanezcan en silencio.

Puedo dar fe que, a juzgar por el tipo de letra, quien escribió este aviso es la misma persona que día a día publicita el menú y los platos que en este local se ofrecen. El estilo es algo novedoso, al menos considerando que se aprecia en la pizarra de un restaurant y no en la ventana de una oficina de arquitectos o diseñadores. Pero imagino que la necesidad debe ser extrema y por eso el apuro que se delata con el descuido de la escritura.

viernes, 10 de septiembre de 2010

LECTURA VELOZ


Poseedor de la más absoluta desinformación con respecto a la legislación bancaria, o a asuntos relativos a la protección de los consumidores de productos en esta área, he tenido el disgusto de presenciar algunas aberraciones publicitarias, relativas a instituciones que trabajan manipulando el dinero de las personas. En algunos casos la misma vida de algunos.

Hay spots comerciales en televisión de algunas instituciones financieras (que no voy a mencionar pues ese detalle no es importante), en las que obviamente se ofrecen créditos o diversos productos que suenan siempre muy atractivos para las personas.

Me parece que hay algunos términos legales que una publicidad de este tipo debe cumplir, con el objetivo de evitar los conflictos derivados de una publicidad engañosa, me imagino yo. En el fondo, hay cierta información que estas empresas están obligadas a suministrar a su público objetivo.

El problema es que, una vez finalizado el comercial, aparece un pantallazo de no más de un segundo, con una leyenda ilegible. Se trata de un párrafo de unas diez líneas o quizás más (obviamente no hay tiempo de contar), y escrito con letras de un tamaño que hace casi imposible leerlo, aun cuando uno pudiera detener la imagen en ese párrafo e intentarlo.

Recuerdo que tiempo atrás, en algunos comerciales del rubro, al final aparecía una leyenda escrita, que a la vez, era leída por una voz en “off” que creo decía “ infórmese sobre el límite de garantía estatal a los depósitos”.

No tengo ni idea que podría decir ese párrafo que se ve borroso en televisión, imagino que puede ser una advertencia o qué se yo, pero lo que está claro es que esa es literalmente la “letra chica”, esa que no todos leen.

Así también se puede escuchar de vez en cuando en algunas emisoras de radio, publicidad del mismo tipo. En este caso, evidentemente lo del “pantallazo” con el párrafo, no corre. Sin embargo, es reemplazado inexplicablemente por la lectura veloz de lo que pareciera ser el mismo texto que se publica en televisión. Esto es algo que jamás podré comprobar, aun reproduciendo con lentitud el discurso, recordemos que lo de la tele es ilegible, por lo tanto sólo puedo imaginarme que debe ser el mismo texto.

Lo que llama la atención por su ridiculez, rayando en lo humorístico, es la velocidad con que se lee. Y quizás ni se lea a esa velocidad. La tecnología permite reproducir a alta velocidad cualquier señal de audio que haya sido grabada de forma normal, como cualquier lectura.

Suponiendo que lo de la televisión y la radio es el mismo texto, hay otra cosa que tienen en común.

Es fácil pensar que el público objetivo de los productos bancarios debe moverse en un rango etario que, por lo menos, no debería comenzar antes de los veinticinco años, si es que no un poco más.

También es cierto que quienes más podrían consumir este tipo de productos, están en una edad de plena actividad física y mental, o por lo menos, mental. Personas que invierten su dinero en diversos valores, que solicitan créditos automotrices o hipotecarios, en fin, que están en una etapa de desarrollo personal en sus vidas, evidentemente consumen pensando en su futuro.

Pero hay otro público que también consume. Hay gente con más edad que ya no está invirtiendo su dinero, sino que se involucra con estas instituciones para disfrutar.

Como clientes, creo yo que tienen todo el derecho a estar informados de todas las condiciones y, por cierto, de la letra chica. Así como una abuelita mayor, es muy probable que tenga problemas para leer la letra chica de algún documento, lo más seguro es que, si ni yo puedo leer el texto que aparece en televisión, ni pensar en que ella pueda hacerlo. Ahora bien, el texto que se escucha en radio al final de la publicidad, yo puedo oírlo sin problema, a pesar de lo acelerado que suena. Pero la abuelita, es muy probable que no entienda nada de lo que escucha. Es decir, sólo por su edad, sin contar alguna posible enfermedad auditiva, ella requeriría algo más de tiempo para que sus reflejos capten el mensaje oculto en ese trabalenguas.

Es obvio que ninguna institución financiera pagará en televisión millones de pesos, para mostrar un mensaje que precisa de unos treinta segundos para ser leído a una velocidad que permita comprenderlo. Esto implica que sólo publicar el texto sería más costoso que el mismo comercial. Igualmente en la radio.

La ley que les obliga, no tiene ningún fundamento serio si alguien cree que por ver durante un segundo algo, debe darse por enterado. Sobre todo pensando en los adultos mayores que consumen pero desinformados, quizás, con respecto a algunos derechos o deberes asociados a estos productos.

A veces he llegado a creer que podrían mostrar un trozo del Quijote de la Mancha o la letra de alguna canción en inglés y nadie se daría cuenta.

martes, 7 de septiembre de 2010

¿POR QUE YO NO?


En una rápida y poco exhaustiva mirada a algunos acontecimientos faranduleros del último tiempo, encontré algunos hechos que tienen un patrón en común.

Con absoluta desinformación respecto de los detalles asociados a procesos y situaciones legales, hice una pequeña y sencilla clasificación de algunos accidentes automovilísticos que la televisión me mostró.

El primer dueto lo conforman el músico Peter Rock y la cantante Katherine Orellana.

Pero no te sorprendas, yo no los he visto cantar juntos si es que alguna vez lo hicieron. Lo que los une es haber protagonizado choques en sus respectivos vehículos conduciendo con alcohol en la sangre. Lo expreso así pues desconozco si se trata de un “manifiesto estado de ebriedad” o de conducir “bajo los efectos del alcohol”. Como yo no estuve ahí para medir la cantidad de copete en sus organismos, no lo sé. Lo cierto es que, cada uno en su momento, en diferentes ciudades del país y quién sabe bajo qué circunstancias, estos artistas de nuestro alicaído medio chileno, tuvieron la fortuna de no protagonizar una tragedia y aun están vivos sobre este planeta.

Es muy probable que alguien se esté acordando de otros choques “artísticos” y piense que yo no los mencionaré. Bueno pues, efectivamente me acuerdo de otros. Ocurre eso sí que estos conforman el segundo dueto de esta presentación.

El dúo de Cecil Leiva y Miguel Piñera, es el siguiente. Pero no por las fechas en que ocurrieron los hechos, sino solamente por tratarse de casos diferentes a los anteriores.

El mal llamado “negro” Piñera, tuvo la mala idea de beber alcohol antes de conducir su tradicional y carreteada Hummer por las calles de Santiago y de pronto se vio metido en un problema al colisionar a otro vehículo. Este detalle no es menor pues hay una denuncia y una constatación de lesiones que agravan la situación. Claro, no es lo mismo eso que chocar con una palmera viñamarina como le ocurrió al rockero de la nueva ola proveniente de Transilvania.

Por otro lado, Cecil, más conocido como Leo Rey, también participó de una colisión este año. No recuerdo detalles si es que chocó a otro móvil y hubo heridos o si sólo se le cruzó un muro o un árbol. Lo que está más claro que gota de jeringa, es que el chascón, ex del grupo La Noche, había introducido alcohol en su cumbianchero cuerpo.

No hay que ser investigador privado ni miembro de C.S.I para descubrir lo que ambos casos tienen en común. Eso mismo. Las alcoholemias.

Mientras se oían todo tipo de especulaciones acerca de una supuesta demora en la toma de la muestra de sangre del Piñera noctámbulo, Cecil Leonardo Reyes le hacía ojitos a una enfermera, la cual en un estado de adoración bajo hipnosis, se pinchó el brazo para reemplazar la muestra del cantante.

Tan sólo escribir sobre esas dos alcoholemias me provocó una sed horrible. Con esas dos muestras de sangre, nos emborrachamos todos.

Pero todo esto se me vino a la mente debido a una noticia que me sorprendió mucho. Justamente cuando Carabineros de Chile y algunos municipios, debido a la inminencia de un bicentenario bastante regado, se esmeran en publicitar campañas para evitar la conducción de vehículos, después de haber bebido alcohol, me entero por la misma televisión que el ex arquero de la selección nacional y de Universidad Católica, Nelson Tapia, había chocado su vehículo este fin de semana, afortunadamente sin consecuencias graves. Digo afortunadamente pues él está en buenas condiciones y al parecer mostró cooperación al momento de su detención y de dar información al respecto. Claro, fue detenido pues, a diferencia de lo que fue su carrera deportiva, cuando su trabajo era tener la pelota entre las manos, esta vez iba manejando “arriba” de la pelota.

Pero este caso no lo publico de forma aislada, ya que también forma parte de un dueto. Quizás no artístico, pero si deportivo y más aun, un dúo que comparte la profesión de evitar que el balón ingrese al arco.

La historia de Johnny Herrera es más triste, el sobrevivió, al igual que Tapia, sin embargo su conducción irresponsable, después de haber bebido alcohol, le causó la muerte a otro ser humano.

Estos dos porteros chilenos son la tercera pareja de compatriotas, quienes se han metido en líos a raíz haber bebido alcohol y luego salir a manejar sus vehículos a la calle.

Por esas cosas que tiene la vida, la fecha de la revisión técnica vencida, me permite dejar el vehículo en casita para estas celebraciones, sin embargo no dejo de cuestionarme si debo ser famoso para tener esos problemas o si estoy autorizado para conducir con alcohol en la sangre al no serlo.

Es irresponsable hacerlo, lo sé. Todos los días choca gente manejando en esas condiciones. ¿Qué pasa con nuestros famosillos?

Los músicos parecen tener justificativo, la bohemia y bla bla bla, por lo que me han contado, pero los deportistas… No me parece.

Salud!

COMERCIALES BICENTENARIO

Y llega el bicentenario de nuestra patria y la televisión nos lo recuerda a cada instante.

Siempre descuidadamente concentrado en lo que la cajita rectangular me muestra de vez en cuando, noté algunos detalles que quiero destacar.

No tengo recuerdos de haber visto antes tantas banderas chilenas en pantalla, ni estrellas, ni eslóganes publicitarios alusivos, ni tampoco lo fácil que resulta cantar el himno patrio en televisión.

Pero eso está bien, es una experiencia que todos los que estamos vivos hoy presenciaremos sólo una vez y, por lo tanto nadie quiere marginarse de este especial momento.

Hace bien un poco de cariño hacia nuestro país, aunque sea sólo un año o un mes.

Es un ejercicio bastante loable que muchos productos publicitados en televisión, destinen millonarios segundos a desearle un feliz cumpleaños a Chile, no parece haber un convenio especial, prefiero pensar que se trata de una estrategia. Aun así la celebro.

Debo hacer mención especial a dos productos que, bajo un punto de vista muy personal, han decidido celebrar el bicentenario de Chile de manera muy especial, combinando nuestra historia con ingenio y muy pocos recursos tecnológicos.

Después de un bombardeo televisivo de productos que se fabrican en Chile pero que, sin embargo, tienen nombres e ingredientes en inglés, que pretenden hacernos creer que son los mejores, sólo por sus ingredientes o su pronunciación, se agradece una pausa. Por eso, dejamos de lado por un momento a los siguientes productos:

SPRIM con vitamix, Colgate 360 Deep Clean, Ariel con oxianillos, Tresemme thermal recovery,quesillo Next con Bio-balance, Vanish color-protect y Vanish white protect, Colgate plus con tith care, huesitos con actifort,Nivea for men silver protect con iones de plata, el enjuague bucal Colgate plax whitening y muchos más que ya ni recuerdo.

Es un gusto descansar de eso y escuchar la canción que dice: “...lo podemos lograr, lo podemos lograr, si encontramos la fuerza para vencer y para avanzar…”. Claro, un comercial de Soprole que tiene su origen a comienzos de los años ochenta creo, con esa canción que simbolizaba el esfuerzo de un pequeño por lograr sus pequeñas metas a medida que iba creciendo, obviamente, ayudado por el consumo de productos de la Sociedad de Productores de Leche.

Se ha repetido, pero ya no aparece ese niño en pantalla, al principio se hizo un símil con la situación en la mina San José, como una suerte de ánimo para los desafortunados trabajadores atrapados, ahora se han enfocado en el país completo, y la frase del comercial dice “…celebremos las pequeñas grandes cosas que han hecho grande nuestro país…”. Y no puede ser un mejor momento para poner atención al mensaje de este comercial.

Este año empezó con un horrible Festival de Viña, afortunadamente la naturaleza se dio cuenta del fiasco y lo detuvo. El problema es que me parece que exageró y lo detuvo con una tragedia que paralizó a todo el país: el Terremoto.

Confiamos que saldríamos adelante y que podríamos gritar por primera vez que Chile era campeón mundial de fútbol, pero no. Aparte de haber ganado dos partidos en la copa del mundo, no avanzamos más de lo que se logró en 1998 en el mundial de Francia. Todos nos imaginamos el aniversario número doscientos de la patria teniendo como héroes nacionales a los futbolistas de ese equipo. No fue así.

Recién volviendo a la realidad, la televisión se aburrió de la pelota y presenciamos el retorno a la lata de siempre. Para que decir del campeonato nacional, qué partidos más malos.

En ese letargo noticioso fue que apareció la terrible noticia del derrumbe en la mina. Tan terrible fue que ahora, después de un mes, se está pensando en cómo los mineros atrapados pasarán la fiesta del “18” bajo tierra. Algo inédito.

Entonces el lema “lo podemos lograr”, viene a ser casi un segundo “ceacheí”. Con nostalgia recuerdo mi niñez al oírlo, pero muchos recordarán su infancia ya que nos ha acompañado por generaciones, y qué mejor momento tenerlo presente en este difícil año, en que sólo nos faltaron inundaciones o aluviones que borraran de la faz de la tierra a más compatriotas, para sellar el ensañamiento de la naturaleza con nosotros.

Así las cosas, entre los mineros, los mapuches, los fabricantes de bombas, la nominación de Pinilla a la roja y otras noticias más y menos importantes, el producto Tapsin se anotó un poroto. Dejando descansar por fin a la infiel esposa, amante del señor Molina, al cornudo de su marido y a las hociconas travesuras de ese maldito engendro que tienen por hijo, ha decidido volcar todo el ingenio en un simple spot comercial. Un homenaje a Chile en base a números. Comienza mostrando la parte posterior de nuestra cédula nacional de identidad y esa incomprensible cantidad de números y letras que nadie entiende, pero que se supone que nos identifica a cada uno. Comienza diciendo “los chilenos tenemos números que nos identifican, que nos enorgullecen, que nos dan esperanza...” mientras simultáneamente se muestra, primero, la imagen de la cédula de identidad, la frase “TOP ONE” junto a una raqueta de tenis (en clara alusión al chino Ríos) y el famoso papelito del mensaje de los mineros. Cuando dice “números que nos unen”, aparece una cifra, la cual es una cantidad de dinero como meta superada de la Teletón 2009, y cuando dice “...que nos dividen” , se muestra un gran número once, con el edificio de la Moneda humeante de fondo.

Una delicada pero clara alusión a cosas importantes que recorren la historia de nuestro Chile en dígitos. Me parece bien hecho, sencillo y efectivo, desde el punto de vista de que es fácil recordarlo aun cuando el producto publicitado sólo aparece casi al final, etiquetado como “números que alivian”.

Hay muchas otras citas a nuestra bandera casi en la mayoría de los comerciales que vemos en televisión. Estamos plagados de frases clichés y sobre todo de aquellas que apelan a la sensibilidad. Por decirlo de otra forma, frases o mensajes con un fuerte contenido lacrimógeno, aludiendo a lugares muy conocidos, personajes muy característicos y costumbres muy nuestras.

Felicito a las agencias o empresas que idearon esta forma diferente de ver el bicentenario de Chile, siempre en la dirección de hacer un negocio con ello, pero agregándole a su publicidad un contenido, sutil pero claro. Soprole por un lado, invitando a recordar una canción que nos identifica y los fabricantes de Tapsin, por otra parte, visualizando en números “históricos” y populares, el devenir de la convivencia entre los que poblamos este largo y angosto anticucho. Perdón, me refiero a este largo y angosto trozo de tierra.

Me contagié, al menos la actitud está.

EL OTRO BICENTENARIO

Apropósito de la publicación del más reciente Premio Nacional de Literatura, el cual recayó sobre la escritora Isabel Allende, pude notar la abismante distancia que me separa, no de la gente que escribe, sino de la gente que lee.

Aunque eso no sea el tema central de esta nota, reparé en que hubo algunas personas que criticaron esta decisión. Oí algunos argumentos acerca de que se trataba de alguien popular en su escritura, que su perfil no correspondía al de un escritor inmerso en el mundo intelectual de las letras, además que es una mujer y el premio generalmente se le otorga a hombres. Para mí resulta un poco discriminatorio pensar eso. Desde mi ignorancia más acérrima en lo que a “letras” se refiere, creo que es un premio justo, a pesar de que jamás he leído nada de ella. Ni de nadie. Mío cid y el Quijote en parte son culpables de ello.

Ocurre que años atrás (1951), a Gabriela Mistral se le otorgó también el premio Nacional de Literatura, pero el detalle es que se le entregó seis años después que recibiera el Premio Nobel del área.

Aunque sé que me meto en las patas de los caballos y, sin tratar de compararlos, debo decir que el caso de Lucila me regala dos cuestionamientos. Por un lado, me permite usarlo como ejemplo para reconocer que, la poesía de Mistral siempre ha sido popular, aun cuando ella haya estado ligada a labores consulares y educacionales. Y cuando digo popular, no me refiero a que desde siempre se hayan repartido sus textos en las poblaciones, sólo quiero decir que también han sido bastante bien vendidas, en varios idiomas y en todo el mundo, no sólo acá.

En otro sentido, el hecho de que a ella se le haya reconocido su obra mediante la entrega del Premio Nacional, después del Nobel, muestra, inequívocamente la ignorancia e ingratitud que tuvimos para con ella. Defectos que siempre hemos tenido, antes y después de Mistral.

Defectos que nuevamente han salido a relucir con la noticia de los 16 millones de pesos y los setecientos mil pesos mensuales que recibirá de por vida la señora Allende.

Ni en la mejor película o los mejores sueños, o incluso las peores pesadillas de nadie, se suponía que estaría presente la imagen de Joaquín Lavín comunicándole a los medios y a la misma Isabel (mediante video conferencia), esta designación.

Entonces ahí brotan como la maleza las palabras chaqueteras, propias de nuestra cultura. Claro, porque seguramente un grupo de intelectuales (ya a estas alturas no sé quién es capaz de proclamarse como tal) de corbata y de noventa y tantos años, machistas y conservadores más que la temperatura bajo cero, cree que es una nominación popular y liviana. Sin embargo yo tuve otra percepción. Me pareció que todos los círculos culturales y artísticos, así como varias personalidades de gobierno y de oposición, cerraron filas apoyando y felicitando a la escritora radicada en Miami.

Uno de los comentarios que publicaron en televisión decía algo así como “que particulares somos los chilenos, en las desgracias (como el terremoto o lo de la mina) nos unimos, sin embargo en los logros, nos dividimos”.

Y vaya que tiene razón quien sea que haya escrito eso.

Cuando tenemos que sufrir, todos nos ayudamos, Don Francisco nos dice unas palabras y ahí vamos todos corriendo a levantar a nuestros compatriotas. Pero cuando algún chileno en el mundo tiene algún logro, pensamos que no se lo merece o que le resulto fácil.

Antes no éramos así. Creo.

Recuerdo que a fines de los años setenta y comienzos de los ochenta, para un chileno ganar el Festival de Viña era motivo de portada en los diarios y comentario obligado, además de la importancia que tenía para el propio artista. También recuerdo al primer chileno que ganó el Festival OTI, en Mexico, Fernando Ubiergo, un acontecimiento importante que todos celebramos. Incluso en un ámbito más superficial, la Miss Universo, la misma Cecilia Bolocco. Motivo de alegría. Sana alegría por lograr pequeñas cosas para Chile y aplaudirlas en el momento justo.

No faltará el fanático que explicará estas cosas aludiendo a conspiraciones para desviar la atención de lo que pasaba en Chile. Si existe ese fanático y está leyendo esto, le dedico el texto completo.

Ahora no pasa eso.

Si una cantante es bonita y le está yendo bien, seguramente tuvo que acostarse con alguien antes. Si un deportista trae a Chile medallas, seguramente sus rivales eran de segunda selección.

Hace muy poco que se están instaurando los homenajes y reconocimientos en vida a muchas personas que han entregado sus vidas a dejar el nombre de Chile bien puesto en cualquier parte donde van. Sin embargo, seguimos dudando de cualquier cosa buena que alguien pueda estar logrando o de cualquier éxito que pueda tener.

El “chaqueteo”, “el pago de Chile”, o simplemente la envidia ante el éxito de otro, son algunos ejemplos de lo que nos consume día a día y cada vez más. Características nuestras que no aparecen en el bicentenario. No, porque para el bicentenario somos unidos, solidarios, amigos, somos fuertes, nos levantamos ante todo, somos trabajadores, buenos compañeros, generosos y “aperrados”. Pero el Chile real no es así.

Ni con Pinochet, Aylwin, Frei, Lagos, Bachelet o Piñera. El lema nuestro parece que siempre ha sido: “si te descuidai’ te cago”.

Si nos va bien, fue “de pura ‘cuea’”.

Quisiera que eso cambiara, conozco personas que lo intentan a diario, pero es muy difícil, sobre todo mientras nadie colabora.

Felicito a las niñitas que ganaron medalla de oro jugando fútbol, felicito a Isabel Allende por su premio, felicito a Matías González que está ganado medallas afuera y a la única que le importa es a Carola Urrejola de canal 13.

Felicito a quienes tienen genuinas palabras de elogio para las personas exitosas. A veces no importa que sean un cumplido, pero es mejor que hacerse el desentendido o “chaquetear”.

Si tuviera que enunciar alguna otra mala conducta típica chilena (no exclusiva) en este bicentenario, nombro al consumismo. Comprar las cosas para tenerlas porque es bueno tenerlas, porque los otros las tienen y porque siempre son necesarias, es algo que nos está metiendo en problemas.

Si tengo que destacar, por el contrario, algo bueno de nosotros, creo que debe ser la rapidez con la que nos hemos acostumbrado, chilenos de diferentes generaciones, a aplicarnos con la tecnología. Pero tampoco defiendo esta elección ciegamente.

Tenemos como grupo, generalizando en extremo eso sí, muy pocas cosas buenas. Por eso insisto, aplaudamos ahora lo bueno que veamos, pues es poco y tenemos una deuda en ese aspecto.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

UNO MAS

Una noche, en una calle de Valparaíso, llegamos a un carrito donde venden comida. No era yo quien quería comer, así que mientras mis acompañantes hacían la transacción, yo contemplaba mi entorno.

Estaba en eso cuando, en un pequeño grupo, alguien dijo “somos cuatro…uno, dos, tres…sí, somos cuatro”. Supuse yo que querían cuatro completos. El personaje que contaba a los amigos, incluyéndose, tenía un rostro que me era familiar. No pertenecía a mi familia, sin embargo era una cara de esas que uno ve en televisión a veces y, generalmente metido en líos.

Oscar Garcés estaba bastante ebrio, pero eso da igual, yo he estado peor a veces.

Cuando vio el tamaño de los panes, advirtió que podían comprar sólo dos completos y alcanzaba para todos, asegurando que “así nos ahorramos plata po’…”.

Mis acompañantes se dieron cuenta después de la presencia del ex chico reality y, tal como me lo esperaba, no pescaron.

La transacción de comida no prosperó, así que nos cambiamos a otro carrito cercano.

Nuevamente yo no estaba interesado en la compra o en lo que había o no había disponible para comer, por lo mismo, me mantuve distraído. Mientras pensaba si el cangrejo podía ser inmortal o no, escuché un grito a algunos metros: “¡Oscar!”. Miré hacia donde me llevaron mis oídos y di con el carrito donde estaba el muchacho aquel. Junto a sus amigos se dirigía a un vehículo al cual entraron todos para luego alejarse del sector.

Pero quien gritaba su nombre no era precisamente un amigo o alguien de su grupo. Eran otras personas que estaban en la misma faena de matar el hambre que produce a esa hora el exceso de alcohol en el cuerpo.

Luego de eso, una voz de hombre gritó: “… ¿dónde está el ABC1?…”. Otra masculina voz, oculta entre varias personas dijo “valí callampa hueón”. Ahí aparecieron voces femeninas, recuerdo sólo dos que me llamaron la atención. Una gritó “…erí terrible flaite hueón…”, y la segunda: “…no podí andarte tirando arria’ e las minas po…”.

Pude notar que en el camino al vehículo, Garcés respondía con algunas palabras que no pude descifrar, pero su grupo se metió rápido al auto y se marcharon.

Por mi trabajo, me he topado en muchas ocasiones con muchos personajes famosillos, pero por un tema de códigos, uno no va por la vida contando todo lo que hacen fuera de la vista del público.

En esta ocasión, yo no estaba trabajando, además de eso, él se encontraba en la calle, así que no hay problema.

El problema no es que Oscar haya estado evidentemente bebido, finalmente él no era el conductor del vehículo. Lo feo es lo que le gritaban.

No tengo razón para tomar partido, no lo conozco, ni me agrada ni me molesta. Pero resulta que tal como lo hacemos todos, tiene derecho a estar bebido, tal cual estaban quienes lo atacaron verbalmente. Por otra parte, asumo que ser un personaje de la televisión o farandulero, no implica pertenecer por defecto al segmento “ABC 1” de la población.

Que a alguien le parezca que Garcés es “flaite”, da igual, cualquiera puede gritar lo que quiera, pero decírselo de frente a alguien no es fácil. Hagan la prueba.

Lo mismo si alguien cree que este muchacho ha sido tasado en hongos, no es algo que sea fácil de decir a la cara.

Lo más feo fue hacer alusión al episodio en el que se le involucró en un hotel. Un tema que desconozco si está resuelto o no, pero que es un muy mal antecedente para un hombre. Quedó demostrado en el grito de aquella fémina. Eso me pareció de mal gusto, pero bueno, así es la calle, así es la noche y así es el alcohol. Estamos todos en esa y hay que comérsela como viene.

A pesar de eso, como conclusión creo que, sin tener ninguna admiración ni fobia relacionada al ex de Francini, este personaje tiene todo el derecho de beber alcohol, de comer completos en la calle y pasarlo bien con amigos.

Pero los errores pasan la cuenta. Esto no se ve en televisión, pero no me cabe duda que debe pasarle muy seguido. No es ABC1 y no es flaite, sólo es un huevón carretero como todos.

¿Le gustó la tele? Entonces hay que tragarse todo lo que le digan.