lunes, 16 de junio de 2008

LA BASURA A LA CALLE


Que espectáculo más triste.
Domingo en la noche (poco antes de las 00:00 del lunes), en la intersección de las calles Rodríguez con Monjas, en el centro de Valparaíso, los cuatro receptáculos de basura que desde Marzo de este año se ubican ahí están mostrando una pobre cara de nosotros los porteños.
Durante mucho tiempo hemos tenido que ingeniarnos para sacar la basura de nuestras casas y tratar de no ensuciar esta ciudad más de lo que se ha ensuciado. No estoy haciendo ninguna analogía con algún partido político, o un edificio importante, tampoco estoy utilizando algún tipo de metáfora. Eso lo haré en otro momento. Ahora me refiero a la mismísima basura, a nuestros propios desechos.
Cuatro de estos papeleros gigantes estaban en el momento que yo pasaba por ahí, con sus tapas abiertas. Gran parte de la basura no estaba en su interior, tampoco estaban llenos como para justificar a quienes dejan sus clásicas bolsas del Santa Isabel (el mismo de la super feria chanta) en el suelo.
La verdad, no entiendo. En qué puede estar pensando una persona que encuentra el basurero abierto y en lugar de tirar una bolsa en su interior, la deja afuera, a un costado. Sólo puedo imaginarme a alguien que no es oriundo del puerto, o que no tiene una gran simpatía por él.
En primer lugar las tapas son plásticas, afortunadamente son flexibles y eso ha postergado su deterioro inminente, no tienen por qué estar abiertas, si la idea es no propagar ese aroma por todo el barrio. En el exterior de estos grandes tarros dice “la basura a la basura”. ¿Alguna duda? Por si alguien no entiende eso y quiere seguir tirando su basura al pavimento, abajo la lectura sugiere: “cuídame”.
O sea, lo ideal es que uno respete las dos indicaciones, pero si a alguien no le parece, al menos podría no hacerle daño a estos basureros.
No cuesta nada, que falta de respeto a la ciudad más cochina de Chile. Prefiero esquivar la mierda de mis grandes amigos los perros callejeros, que tener que ver bolsas en el suelo justo al lado de un depósito instalado para eso. Si hasta los perros saben donde tienen que orinar. Algunos incluso tienen ideas sobre donde procrear, sin embargo, sus deposiciones no parecen discriminar entre veredas o calles o rincones, pero por último, son perros. Se supone que ellos no piensan como los humanos. Que bien por los perros.
Qué pena que sean humanos y más encima porteños, los que tiran las bolsas a la calle, tal como hacían cuando estos cajones plásticos no llegaban. Es triste, estamos en Valparaíso, somos vecinos, no sé. Botar la basura afuera, es lo más difícil.
A ustedes, mis amigos los perritos callejeros, les dedico este homenaje a su inteligencia, tienen mi autorización para romper esas bolsas y tratar de alimentarse, los idiotas son mis vecinos, que piensan que ustedes no las tocarán y les da pereza alzar su brazo y lanzarlas adentro.

P.S.
He pensado en la posibilidad de que este espectáculo lo generen personas que abren los basureros y registran la basura, tratando de encontrar algo que pueda servirles para alimentarse o sobrevivir mejor. No les puedo pedir a ellos que devuelvan lo revisado al interior del recipiente ¿o sí?. Bueno, si ese fuera el caso, no opinaré al respecto. No por ahora.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Creo que el problema pasa por una falta de sensibilidad, criterio y egoísmo de parte de muchas personas, que se están acostumbrando a ser indiferentes con su comunidad e incluso con sus mismas familias. Lo he visto en los buses cuando algunas mamás dejan a su hijo sentado en el asiento y en el pasillo hay personas mayores de pie, lo he visto en adultos tirando bolsas de basura desde pisos superiores a la calle. Es falta de sensibilidad, eso de ponerse en el lugar del otro "YA NO EXISTE" Es lamentable para las generaciones que vienen.

Anónimo dijo...

Concuerdo con el comentario anterior. Yo no soy de Valparaíso; soy de Santiago y a veces me da pena e impotencia ver el egoísmo de las personas, el hecho de no importarles el que está al lado...no ocurre sólo en el puerto. Hasta yo misma me he sorprendido teniendo actitudes de "me importa un pepino", pero gracias a Dios recapacito y me obligo a mi misma a ser amable. He tomado conciencia en serio respecto al tema de nuestros desechos y le inculco a mi pequeña hijita el acto de reciclar e incluso cuando vamos al supermercado llevamos bolsas para reutilizarlas y quedamos a merced de las miradas de la cajera y el empaquetador, como pensando "y esta loca se arrancó del manicomio"...en fin, creo que la educación es la base de todo, no sólo saber sumar y restar, sino también respetar al de al lado, al planeta, a nuestros hijos y los hijos de ellos.