lunes, 30 de marzo de 2009

ARTISTAS DE LA CALLE

Hace tiempo que no veía el programa “Cada día mejor”, el que conduce Alfredo Lamadrid en La Red los Domingo en la mañana. Ya está claro que yo sólo veo la repetición que esta vez salió al aire a eso de las dos de la mañana.
Ya me había tocado presenciar una nueva sección llamada “artistas de la calle”, en la que don Alfredo presenta a gente que se gana la vida con su arte en la vía pública.
La vez anterior vi a los “Atletas de la risa”. Entiendo que tienen muchos videos en las tiendas de arriendo que dicen de muchos años de historia actuando en el centro de Santiago. Creo que incluso alguna vez debo haber visto uno de esos VHS.
Por esas cosas de la vida y de los gustos o preferencias, jamás me he divertido con sus rutinas, al menos las que he visto en televisión cuando han estado allí. Es fácil pensar que las rutinas en televisión se ven generalmente censuradas y que eso podría afectar su show. Para ser justo, hay muchos artistas callejeros que en televisión han tenido un cometido mucho más que digno y respetable que los atletas y sin usar palabras de grueso calibre.
Esto me hace pensar que sin las groserías, son definitivamente fomes. Yo no me río con ellos.
En esta ocasión, el programa presentó a dos muchachos, de aproximadamente treinta años cada uno, o tal vez menos, que no eran humoristas callejeros, eran músicos. Uno de ellos tocaba la flauta traversa y el otro una guitarra clásica.
Ambos contaron su experiencia en las calles de Santiago, además de un viaje que hicieron a Europa, lo que les permitió cantar en las calles de algunas ciudades lejanas.
Otros detalles, por ejemplo, los dos muchachos tenían en frente, cada uno sus propias partituras. Ante las preguntas del conductor me enteré que el flautista era egresado de la carrera de derecho o lisa y llanamente abogado. No recuerdo bien. Si recuerdo que luego de eso, ya estaba egresado de profesor de música y hacía clases en una escuela, en algo así como un taller experimental donde nacían muchos jóvenes talentos artísticos. Todos estos estudios, además de haber participado de estudios en un conservatorio de música desde adolescente, me parecieron demasiada formación profesional para un músico que toca en la calle. No quiero proponer con esto que los músicos que trabajan en la vía pública tengan que ser necesariamente ignorantes de la disciplina musical o “analfabetos” como se les denomina a quienes no manejan la lectura y escritura musical. Me parece eso sí, que el concepto de “artistas de la calle” debería contener a quienes hacen de la calle su vida, y por consiguiente, sus orígenes artísticos. Muchas veces, en plena calle, nos hacen reír payasos, de a dos o de a tres, o grupos de humor musical que, por lo general, vienen de circos pequeños y de familias de escasos recursos. Por lo mismo, es muy común que no hayan tenido oportunidad de una enseñanza formal completa y menos, una relativa a su disciplina artística en lo particular.
Entonces, por mucho que los “Atletas de la risa” no me hagan reír ni en persona, ni en la tele, ni en los videos, son el tipo de artista de la calle que uno espera ver en televisión, sobre todo cuando esta les crea un espacio en el que se pretende dar una oportunidad a personas que viven día a día del precio que los transeúntes le ponen al show.
Los músicos que vi, el flautista y su amigo guitarrista, sonaban bien, es decir, tocaban bien. Pero ellos un día se instalaron en la calle, la calle no es su vida ni su escuela.
Me parecieron poco representativos como “artistas de la calle”, “de” la calle, de ahí, que pertenecen a ella. No los artistas “que trabajan” en la calle.
Eso no es lo mismo.

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