jueves, 15 de abril de 2010

VUELCO EN EL CASO


Apareció en las pantallas, una cuarta parte de lo que viene a ser algo parecido a una saga, en la publicidad televisiva de Tapsin.

Ya me había referido antes a dos de los comerciales anteriores haciendo notar lo mal que queda la mujer, madre del niño que todo lo cuestiona con sus rimas (“Pobre dueña de casa”) y su padre, al menos en una oportunidad.

Claro, primero resulta que la mujer de la familia, le daba a la perra “Canela” la cazuela que traía la abuela. Entendiendo que la abuela del cabro chico era la mamá de su padre, es decir, la suegra de la hostil mujer. Sin conformarse con delatar a su propia madre, el niño, en la segunda versión del comercial, deja en evidencia la infidelidad de su madre al contarle a su padre que la pelota se la regaló el ya famoso “Señor Molina”, quien no era otro que el que aparecía en su casa cuando el papá estaba en la oficina.

En la tercera parte del comercial, este impertinente muchachito deja muy mal a su padre, revelando al jefe de éste, la opinión que tenía sobre el cuerpo de su esposa.

Hasta el momento el inocente pero bocón niño ha perjudicado en dos ocasiones a su madre y una vez a su padre.

En el cuarto capítulo, bajo el comentario de “no entiendo el acertijo (el papá no se parece al hijo)”, pone en jaque nuevamente a su madre, insinuando sin ningún decoro ni tino, que era una esposa infiel. Llega a ser hasta un poco cruel verlo. Al menos a mi me resulta bizarro ver en televisión que un niño, dude de la paternidad de su hermanito recién nacido, induciendo a su padre a dudar en la misma sala del hospital en la que se encuentra en reposo la mamá, quien se hunde en las sábanas al escuchar por los parlantes el llamado al doctor Molina. Algo está claro, el “Señor Molina” ahora es doctor.

El caso para mi ha tenido un vuelco.

Ya no me sorprende lo mal que está quedando la mujer en estos spots comerciales, por lo menos tres veces frente a una sola ocasión en que se ha visto perjudicado el hombre de la casa. Tampoco justificaría manifestaciones feministas al respecto públicas o virtuales.

Definitivamente creo que si algo se ha tratado de menoscabar en el espíritu de los creativos de esta agencia o del producto, es la inteligencia del hombre, el padre.

Después de que los publicistas dejan en evidencia la displicente conducta con que la esposa trata a su suegra y sus buenas intenciones, después de dos ocasiones en que el propio hijo le arroja en su cara al padre la infidelidad de su mujer, más la vez en que lo indispone con su jefe, no es fácil comprender cómo aun sigue estando casado y cómo no ha reprendido a ese cabro chico por lo que ha hecho.

El hombre parece estar postulando al premio “al más estúpido” mirando las paredes y un espejo del hospital para comparar su rostro con el del niño recién nacido, luego mirando al parlante al escuchar nombrar al “Doctor Molina” y todo, mientras una descarada y asumida esposa se esconde en las sabanas de la cama.

Por eso, no seguiré victimizando a la mujer a causa de un eventual maltrato hacia ella en esta saga de spots comerciales. La víctima ahora es el hombre. El hombre que es presentado como un real imbécil, que no puede luchar contra la desfachatez de su hijo, que no puede darse cuenta de los cuernos que le puso su mujer con el médico y que, después de tantos episodios, aun conserva esa familia unida y aparentemente renovada con un hijo nuevo, que ni siquiera parece ser suyo.

Empate.

La mujer antes quedaba como la mala de la película, pero ahora el hombre es vejado en su capacidad intelectual. Por decirlo en términos más simples, el hombre es el “huevón” de la historia.

La cosa es que en una familia así, deberían abundar los dolores de cabeza. Bajo esa premisa, la campaña publicitaria parece estar bien enfocada. Felicito a la agencia por no discriminar géneros. O por discriminarlos a ambos. En lo que respecta al niño, creo que le hicieron falta un par de patadas en la raja.

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