martes, 11 de noviembre de 2008

CHAO NO MAS...



Y se acabó la maratónica teleserie Lola.
Según el mismo canal 13 fueron mucho más de doscientos capítulos. Debe ser la telenovela más larga de la historia de las producciones chilenas.
Gran parte del elenco terminó anticipadamente de grabar, las situaciones fueron mutando de divertidas a absurdas, la historia central ya había dejado de serlo y, me atrevo a decir, que Blanca debió recibir una buena suma de dinero para seguir con esta tortura, ya que si ella se iba, era muy probable que el fracaso que terminó siendo esta serie se habría anticipado hartos meses, lo que yo habría agradecido mucho.
Nunca existió el beso lésbico entre Grace y Lola que yo esperaba como final hace muchos meses, mediante el cual esta última se volvería a convertir en Lalo y todos serían felices para siempre. Yo pensé que canal 13 me iba a sorprender con el triunfo del verdadero amor materializado en ese final. Nunca fue.
Recuerdo el año 90, el final de la teleserie “Te conté”. El Amalfi, el lugar donde comíamos completos en la avenida Playa Ancha después de clases, estaba absolutamente lleno hasta la puerta. Todos tratábamos de tener acceso visual al antiguo televisor para ver si es que el personaje de Bastian Bodenhofer, recién operado de la vista, cumpliría en el último capítulo, su sueño de ver.
Le sacaron la venda de su rostro y en el lento proceso de abrir los ojos y fijar la vista, asume que la operación no ha dado el resultado que el esperaba. En realidad, el final que todos esperábamos. Pero no fue. El protagonista no cumple su sueño, la serie termina con él no vidente y su pareja (que no se por qué no recuerdo) paseando por la orilla de una playa tomados de la mano.
Un final triste, pero creíble.
En cambio Lola nos muestra una iglesia, donde se casan los protagonistas y en donde todas las demás parejas están sentadas tras ellos tomados de la mano, sonriendo, por los novios y por ellos mismos. O sea, el triunfo del amor. Sí, el mismo triunfo del amor que yo esperaba en un beso censurable por el canal, acá se dejaba ver como se ha hecho tres mil quinientas setenta y cinco veces en la televisión cebollenta de toda América Latina. Hasta el personaje más insignificante aparece enamorado y con pareja tan rápido como el lunes se convierte en martes, cuando la serie terminó.
Debo reconocer que en algún momento le tuve fe a Lola, pero hace mucho tiempo atrás. Yo creo que la seguía viendo a veces para poder un día escribir algo sobre ello.
Lo único rescatable, la belleza inconmensurable de Catherine Mazoyer. La actriz detrás de la bipolar “Romina”. Yo he conocido mujeres que peinan la muñeca, pero si alguna hubiera tenido ese aspecto, me habría casado igual no más hace rato. Realmente hermosa.
Bueno, como para poner la guinda sobre la torta, este domingo me encuentro con una noticia, en el mismísimo canal 13, que publica el resultado de una encuesta. Se trata de un sondeo de opinión que realizó una empresa especializada en estas consultas y la Pontificia Universidad Católica de Chile. Ambas instituciones concluyeron después del estudio, que a pesar de lo común que se está volviendo la convivencia entre las parejas, obviamente en desmedro del matrimonio, los enamorados siguen prefiriendo casarse.
Estoy acostumbrado a dudar de las encuestas que me muestran las noticias, pero que la Universidad Católica, mediante el noticiero de su propio canal de televisión me asegure semejante conclusión, es casi para la risa.
Esta información estuvo apoyada por breves notas tomadas de personas en la vía pública. Todos los entrevistados aseguraban que el matrimonio es mejor que vivir así no más. Ninguno opinó lo contrario. Además concluyeron que el hombre es más feliz que la mujer dentro del matrimonio.
La noticia en sí no amerita mayor comentario de mi parte, me parece más una anécdota con características de mensaje desesperado en favor de la familia. El problema es que a estas alturas de la historia, hay muchos tipos de familia que la iglesia desconoce.
Por eso nunca vi a Lalo Padilla embarazado, porque el embarazo se lo llevaba el cuerpo de Blanca, no el personaje, lo cual es muy raro. Por eso todos los matrimonios en los finales de teleserie son por la iglesia, nunca por el civil. El matrimonio es para las instituciones católicas, solo un gran rito, lleno de símbolos y colores. Algo muy lejano a la convivencia entre dos personas que se aman y que pagan las cuentas, el arriendo y la mercadería juntos. La vida real no está en las iglesias de las teleseries de canal 13. Si Lola y sus amigos hicieron tantas locuras durante la comedia, no es tan necesario que el final sea un mensaje serio. Y menos el mismo de siempre.
Es mejor rellenar las noticias con la promoción de eventos culturales, no con esos “dedos en la boca” (por decirlo de forma elegante) que nos pretenden meter disfrazados de noticias. Estamos llegando ya al 2009, por si no se han dado cuenta. Los chilenos cada día somos menos estúpidos. Creo.

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