martes, 24 de agosto de 2010

¿VEHICULOS SIN LEY?


En la histórica publicación acerca de Valparaíso, realizada por el maestro Renzo Pecchenino, llamada “Apuntes Porteños”, se puede apreciar, en su único e inolvidable estilo, una mención acerca de un reglamento para los conductores de asnos de esta ciudad. Esto que se supone regía a comienzo de la década del 40, estaba orientado principalmente a normar las buenas costumbres en los conductores y de alguna forma proteger a los animales.

Aunque suene ridículo en estos días pensarlo, los conductores de burros tenían que estar registrados en la municipalidad hasta con fotografía y debían cumplir una serie de normas que, incluso a mí, me parecen un poco exageradas.

Sin embargo, me parece que Lukas no hizo una proyección de esta realidad en el tiempo. Esto puede deberse a que este documento dibujado íntegramente por él, fue publicado en 1971 y entonces no existía el parque automotriz que tenemos hoy y que colapsa nuestras calles ante un sencillo topón entre micros.

Resulta que al extrapolar la situación, aun en estos tiempos, los burros han sido reemplazados hace muchos años por los inmortales triciclos.

Este vehículo, que se pone de moda cuando aparece en televisión luego de cada inundación en Santiago, acarreando personas, viene a reemplazar al asno en el transporte de diversas mercaderías. Una diferencia podría ser que en los 40 los burros estaban autorizados a subir cerros con cierta cantidad de carga. Ahora, aunque los triciclos estuviesen “autorizados”, su propulsión humana no conseguiría el objetivo.

Pero ocurre que cualquier persona con mínimas nociones acerca de conducir una bicicleta, puede guiar este medio de transporte. Solo se requiere tener piernas fuertes ya que hay que llevar peso.

Desconozco si hay una legislación con respecto a sus desplazamientos en la ciudad (ni hablar de sus conductores), pero me parece que debiera primar las normas que rigen la conducción de bicicletas. O sea, dudo que haya normas.

Por eso, si los conductores de bicicletas o triciclos, no tienen una formación acerca de normas básicas para conducir en la ciudad, como por ejemplo, una edad mínima, un peso mínimo de carga y lo más importante: una preparación en el ámbito de las normas de tránsito, lo suficiente como para poder interactuar con los vehículos motorizados, que sí deben regirse por normas, lo mismo que sus conductores.

Ayer crucé por un paso de cebra una calle de tres pistas, la más lejana a mi estaba vacía, así que avancé con precaución por delante de dos vehículos, cuando de pronto, a mucha velocidad, apareció por la última pista, un triciclo.

Alcancé a detenerme y así logré evitar un gran problema. Mi sorpresa fue notar en el rostro de su chofer, una actitud indolente y fría. Evidentemente ni se había percatado que paso por encima del cruce de peatones a una velocidad muy poco moderada, considerando la situación.

He visto algunos cruzar una calle en cualquier punto, los he visto girar en “U” con el conocido riesgo que implica eso, más aun cuando debido a la tracción del hombre, sus desplazamientos en curvas no son muy ágiles.

¿Quién regula esto?

Creo necesario agregar a este caso, el tema de las bicicletas y las patinetas o “skates”. Pero no me refiero a las bicicletas deportivas o de paseo que circulan por ciclo vías en Santiago (allá las llaman “bicis”) y que sólo las usan las actrices o artistas que generalmente son vegetarianos o ecologistas para la foto. Tampoco hablo de las patinetas que sólo se mueven en los jardines o plazas privadas de algunos barrios o condominios. Me refiero a los que circulan por la ciudad, por nuestras calles, entre miles de automóviles de variadas envergaduras.

Me refiero a la nula regulación que tienen los desplazamientos de estos rodados propulsados por el hombre. Generalmente los menores de edad o los siempre dignos trabajadores que manejan triciclos, no tienen capacitación relativa a las normas de tránsito, sobre el derecho de paso, las señalizaciones o los peatones.

Me parece que lo peor de todo es que ellos no requieren de algún documento que los autorice a circular entre nosotros. Sé que no se pueden prohibir, pero sí pueden normarse, y así evitar problemas en las calles de Valparaíso.

No escribo esto a raíz de un accidente. Lo escribo a raíz de un pequeño susto que pasé, y antes de que ocurra algo peor.

Tómese razón, comuníquese, publíquese y archívese.





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