martes, 28 de septiembre de 2010

EXTRAÑA CULTURA

Asumo como un poco infundado mi desagrado hacia algunas manifestaciones artísticas, que me parecen recubiertas de un halo protector, sustentador, promotor y que las trata comercialmente muy bien. Este halo es el término (ni siquiera el concepto) “cultural” y mi desagrado se basa justamente en eso, que lo cultural sea solo un apellido.

Los miles de tambores, batucadas, malabaristas y monociclos que recorren mi ciudad cada cierto tiempo, están todos bajo la característica de manifestación artística.

Podría decir que el oficio central de todas estas artes viene a ser el de actor o actriz. Siendo actor es muy fácil expresar lo que quieres en cualquiera de las formas que siempre vemos por las calles. Me atrevo a sugerir que ser bailarín o bailarina, le sigue muy de cerca.

Ya en un ámbito algo más popular, los actores de televisión, siempre encubiertos tras un personaje, han demostrado muchas veces que con bienes materiales ganados en su trabajo en la tele, viven una vida de actores de teatro. Generalmente son vegetarianos, con una leve o marcada tendencia hacia el pensamiento político de izquierda, ecologistas o defensores de algunas causas perdidas, muy solidarios y, casi por una consecuencia lógica, pertenecientes a lo más selecto de la cultura nacional.

Pues bien, días atrás mientras veía a pedazos el programa “¿Quién merece ser millonario?” conducido por Sergio Lagos, recuerdo solamente dos preguntas. Una de ellas formulada durante la participación del dúo que formaba una señora junto a Diana Bolocco. A ellas se le consultó acerca de quién había pintado la obra “Combate Naval de Iquique”. Luego de presentarles cuatro alternativas, como es la característica del juego, Diana optó por ocupar el comodín de la llamada telefónica. Llamó a una periodista amiga de ella que trabaja en el mismo canal, ésta eligió entre las alternativas, a Thomas Somerscales. Dado que este pintor inglés era conocido por sus marinas, fue la alternativa que yo me había imaginado, aun sin tener la certeza absoluta de estar en lo cierto. La respuesta definitiva era la correcta y, después de sentirme culto por un rato, la siguiente pregunta que se les hizo estaba bastante difícil y optaron por retirarse del juego, llevándose algo más de doce millones de pesos.

En mi desordenada noche libre y jugando con el control remoto, me tocó ver otra pregunta ya formulada en este concurso. En este caso la pareja la conformaba un señor desconocido y el actor del área dramática del trece Pablo Schwartz, (al parecer muchos sólo lo recuerdan por ser el amigo del burro Luis Miguel en la teleserie Sucupira).

Entrampados en la pregunta se encontraban ambos y al parecer ya habían hecho uso de varios de sus comodines. La pregunta tenía relación con el año en que se había desarrollado la guerra del golfo pérsico. Había cuatro años propuestos como alternativas y entre esas, la que yo creía correcta cual era el año 1991, cuando se inicia la ofensiva militar por parte de una coalisión liderada por Estados Unidos.

Para mi sorpresa, don Pablo le pidió a Lagos usar el comodín llamado “50 y 50”, lo que significa que se eliminan dos de las cuatro alternativas para dejar menos margen de error. En ese escenario Schwartz se decidió por la correcta y avanzó, claro que sin mucho éxito ya que, aunque no vi la pregunta que seguía, en pocos minutos cuando volví a ver el trece, ya había otra pareja concursando.

Y yo me quedé pensando.

Y pensé que las preguntas que alcancé a ver estaban cambiadas. Pensé que quizás la amiga de Diana debió responder, en su calidad de periodista, acertadamente el año de la guerra del golfo y que Pablo, el actor, debía haber sabido quién era el autor del cuadro del Combate Naval.

Pero también me di cuenta de algo.

Lo del cuadro de Somerscales no era tan fácil de asociar, sin embargo, la guerra de la que se habla aquí, ocurrió ante los ojos del mundo entero, de nuestra generación, cuando éramos adolescentes. La primera guerra televisada en directo en la historia de la humanidad. ¿Acaso alguien podría olvidar eso?

En todos los televisores del mundo se vio la invasión de Estados Unidos a Irak, pero resulta que Pablo, que debe ser ya un poquito mayor que yo, no la vio. O no se acuerda. ¿Y la cultura de los actores?

Sin duda, bajo mi perspectiva, él está fallándole al gremio actoral nacional, sobre todo por ser un actor conocido y, además, uno de los protagonistas de la teleserie Primera Dama (razón obvia por la cual estuvo integrado al programa de preguntas). A los actores no les concedo el derecho de estar desinformados, sobre todo cuando por lo general hacen alarde de una suerte de propietarios de la cultura, ya sea porque leen mucho o porque actúan gratis para poblaciones o gente de escasos recursos o porque se ganan todos los proyectos Fondart.

Lo siento mucho, es una falla que no tiene excusa, sobre todo en el contexto de las causas perdidas, no me imagino un actor que no esté en contra de cualquier iniciativa norteamericana, o algún producto proveniente del sistema imperialista y menos, que no sepa cuando invadieron (como es ya casi una característica) un país más chico.

Por eso en Twitter sigo a muchos periodistas, ellos la llevan. De un tiempo a esta parte, la nueva generación de periodistas acá en Chile que desplazó en la lectura de noticias a los locutores o profesionales de la voz, se muestran agudos, lúcidos, actualizados y por sobre todo muy informados (imagino que también habrá de los otros), por eso no me sorprende lo de la amiga de la Bolocco chica, y sí me sorprende en cambio, aunque sustenta mi hipótesis, el porrazo cultural de Pablo Schwartz.

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