viernes, 10 de septiembre de 2010

LECTURA VELOZ


Poseedor de la más absoluta desinformación con respecto a la legislación bancaria, o a asuntos relativos a la protección de los consumidores de productos en esta área, he tenido el disgusto de presenciar algunas aberraciones publicitarias, relativas a instituciones que trabajan manipulando el dinero de las personas. En algunos casos la misma vida de algunos.

Hay spots comerciales en televisión de algunas instituciones financieras (que no voy a mencionar pues ese detalle no es importante), en las que obviamente se ofrecen créditos o diversos productos que suenan siempre muy atractivos para las personas.

Me parece que hay algunos términos legales que una publicidad de este tipo debe cumplir, con el objetivo de evitar los conflictos derivados de una publicidad engañosa, me imagino yo. En el fondo, hay cierta información que estas empresas están obligadas a suministrar a su público objetivo.

El problema es que, una vez finalizado el comercial, aparece un pantallazo de no más de un segundo, con una leyenda ilegible. Se trata de un párrafo de unas diez líneas o quizás más (obviamente no hay tiempo de contar), y escrito con letras de un tamaño que hace casi imposible leerlo, aun cuando uno pudiera detener la imagen en ese párrafo e intentarlo.

Recuerdo que tiempo atrás, en algunos comerciales del rubro, al final aparecía una leyenda escrita, que a la vez, era leída por una voz en “off” que creo decía “ infórmese sobre el límite de garantía estatal a los depósitos”.

No tengo ni idea que podría decir ese párrafo que se ve borroso en televisión, imagino que puede ser una advertencia o qué se yo, pero lo que está claro es que esa es literalmente la “letra chica”, esa que no todos leen.

Así también se puede escuchar de vez en cuando en algunas emisoras de radio, publicidad del mismo tipo. En este caso, evidentemente lo del “pantallazo” con el párrafo, no corre. Sin embargo, es reemplazado inexplicablemente por la lectura veloz de lo que pareciera ser el mismo texto que se publica en televisión. Esto es algo que jamás podré comprobar, aun reproduciendo con lentitud el discurso, recordemos que lo de la tele es ilegible, por lo tanto sólo puedo imaginarme que debe ser el mismo texto.

Lo que llama la atención por su ridiculez, rayando en lo humorístico, es la velocidad con que se lee. Y quizás ni se lea a esa velocidad. La tecnología permite reproducir a alta velocidad cualquier señal de audio que haya sido grabada de forma normal, como cualquier lectura.

Suponiendo que lo de la televisión y la radio es el mismo texto, hay otra cosa que tienen en común.

Es fácil pensar que el público objetivo de los productos bancarios debe moverse en un rango etario que, por lo menos, no debería comenzar antes de los veinticinco años, si es que no un poco más.

También es cierto que quienes más podrían consumir este tipo de productos, están en una edad de plena actividad física y mental, o por lo menos, mental. Personas que invierten su dinero en diversos valores, que solicitan créditos automotrices o hipotecarios, en fin, que están en una etapa de desarrollo personal en sus vidas, evidentemente consumen pensando en su futuro.

Pero hay otro público que también consume. Hay gente con más edad que ya no está invirtiendo su dinero, sino que se involucra con estas instituciones para disfrutar.

Como clientes, creo yo que tienen todo el derecho a estar informados de todas las condiciones y, por cierto, de la letra chica. Así como una abuelita mayor, es muy probable que tenga problemas para leer la letra chica de algún documento, lo más seguro es que, si ni yo puedo leer el texto que aparece en televisión, ni pensar en que ella pueda hacerlo. Ahora bien, el texto que se escucha en radio al final de la publicidad, yo puedo oírlo sin problema, a pesar de lo acelerado que suena. Pero la abuelita, es muy probable que no entienda nada de lo que escucha. Es decir, sólo por su edad, sin contar alguna posible enfermedad auditiva, ella requeriría algo más de tiempo para que sus reflejos capten el mensaje oculto en ese trabalenguas.

Es obvio que ninguna institución financiera pagará en televisión millones de pesos, para mostrar un mensaje que precisa de unos treinta segundos para ser leído a una velocidad que permita comprenderlo. Esto implica que sólo publicar el texto sería más costoso que el mismo comercial. Igualmente en la radio.

La ley que les obliga, no tiene ningún fundamento serio si alguien cree que por ver durante un segundo algo, debe darse por enterado. Sobre todo pensando en los adultos mayores que consumen pero desinformados, quizás, con respecto a algunos derechos o deberes asociados a estos productos.

A veces he llegado a creer que podrían mostrar un trozo del Quijote de la Mancha o la letra de alguna canción en inglés y nadie se daría cuenta.

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