jueves, 31 de marzo de 2011

A LA CALLE


Todos los años el tema vuelve a estar en la noticia.
Las bicicletas, la contaminación, el precio del petróleo, las ciclovías, el ejercicio y bla, bla, bla.
Como dice una amiga, “un poco mucho”.
Todos vemos en televisión (y ahora se ha tocado el tema nuevamente) los conflictos que hay, particularmente en nuestra capital, con respecto a las ciclovías, los ciclistas y el poco respeto que tienen los vehículos motorizados para con ellos. Incluso los peatones no tienen mucha consideración con los pedaleros.
Mi visión del tema es estrecha y mi opinión está absolutamente alejada de todos los proyectos de ley o informaciones relativas al mismo. Sin embargo, cada vez que pasa un ciclista entre los vehículos y pasa los discos “PARE”, esto vuelve a darme vueltas en la cabeza.
Ya escribí al respecto hace un tiempo.
Pero en ahora estoy más claro.
No más ciclovías.
Ni en Santiago ni en Viña, en ningún lado. Aparte de complicar la parte vial, es imposible llenar alguna ciudad con estas superficies. Las bicicletas deberían circular en las mismas aceras en que circulan los automóviles, pero por las pistas más lentas. La evidente generación de congestiones, no creo que diste mucho de lo que actualmente sucede. Si pensamos que la bicicleta evade las congestiones vehiculares, tampoco es algo sin solución, si hoy las motocicletas se escabullen por entre los autos sin problemas legales, perfectamente pueden hacerlo los pedales.
Pero para el tránsito en calzadas vehiculares, debería existir una instrucción para los conductores de bicicletas, es decir, un examen teórico, urgentemente necesario según yo, en donde se puedan evaluar los conocimientos relativos a las normas del tránsito, los mismos que todos debemos tener al obtener la licencia para conducir motorizados. Así también debería normarse el rango etario de los eventuales ciclistas y las zonas urbanas factibles de ser utilizadas por ellos, bajo estas nuevas condiciones. Se supone que se puede circular en bicicleta por cualquier parte, pero para efectos de reglamentarlo, debe acotarse este ítem.
Deben establecerse, por ejemplo, otras condiciones para su circulación. Esto porque las consignas hippies acerca de la no contaminación, el sano ejercicio, y lo top que pueden verse mujeres u hombres con sus hijos en canastitos o parrillas especiales escuchando música, está lejos de ser algo práctico necesario para una buena conducción. La prohibición de usar audífonos, la seguridad de los bebés, el buen estado y la mantención del rodado, son factores bastante básicos y que, así como se exigen para los automóviles, deben ser regulados en las “cletas”.
Por eso me parece que hay que normarlo. Los parques son un buen espacio para pasear en bicicleta, con niños, circulando sin restricciones de ningún tipo y respirando aire puro. Pero otra cosa es que los ciclistas, quienes quieren que los asumamos como medio de transporte con todas las facilidades del caso, también asuman su responsabilidad y se rijan por reglas del tránsito como todos los que lo hacen, sin pretender ser seres especiales ni intocables, sino un vehículo más. Ciclistas: ¿Quieren ser respetados? Pues métanse a la fila de las calles, con deberes y derechos, con infracciones de carabineros fiscalizándolos como a todos. Si eso ocurre, ahí rodemos el sueño de que los automovilistas sean mucho más respetuosos de vuestro espacio. Cuando la calle la compartan en igualdad de condiciones.

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