martes, 15 de abril de 2008

Santa Yasna


No estoy demasiado informado acerca de los detalles y todo el revuelo que ha causado la acusación constitucional en contra de la ministra de educación, Yasna Provoste. Pero después de una sencilla y superficial reflexión, he llegado a un par de conclusiones.
Primero, me parece de muy mal gusto la campaña publicitaria que ella ha hecho y que, a pesar de ser tan notoria y reconocida por todos, sigue ejecutando. No me interesa cuál sea su creencia o cual templo prefiera visitar, no me importa si reza o no reza, si comulga o no comulga, tampoco me preocupa si se confiesa o no. Lo que es molesto para muchas personas, entre las que me incluyo, es que el tema se trate “promocionalmente”, es decir como si yo estuviera promocionando un concierto de mi banda. En ese caso yo invito a todos los medios a una conferencia de prensa, a una entrevista, a un ensayo, a un paseo por la playa con los instrumentos o, por último, un encuentro con los fans. En ese estilo es la cobertura que tiene las misas y ritos diversos en los que ella ha participado.
Muy mal para ser una persona que, justa o injustamente, tiene a su haber nada más y nada menos que una acusación constitucional pendiente.

Por otro lado, existe un tema más delicado pero que si sabemos guardar las proporciones, podría resolverse de manera más rápida, al menos en los juicios iniciales sobre la situación que doña Yasna está viviendo.
Sin entrar en mayores profundidades, todos los que tenemos más de treinta y algunos menores más informados, se acordarán que, antes y hasta hace muy poco, se le atribuía la responsabilidad de todas las violaciones a los derechos humanos al fallecido General Pinochet.
Para bien o para mal, ¿cree alguien que Pinochet se haya ensuciado las manos disparándole a alguien el mismo o manejando algún camión con detenidos?. Sin embargo, es natural que estando al mando de un ejército y de un país, las responsabilidades fueran suyas. Es decir, sea quien sea quien haya ejecutado las órdenes, es difícil pensar que él no sabía lo que estaba ocurriendo. En ese plano, se transforma en la cabeza de todos los atropellos que se pudieron haber cometido durante su régimen.
Si bajo drásticamente a otra realidad, a la mía, a la que veo en las noticias, me doy cuenta que en la televisión y en la prensa escrita, cada día se descubren robos nuevos y un poquito más de corrupción (aunque el vocero de gobierno, explicador oficial de las cagadas, afirmó tajantemente que Chile no es un país corrupto). Es cosa de revisar la noticia acerca de la inauguración de un hospital en Curepto, que contó con la presencia de la presidenta Bachelet y que se hizo con camas prestadas y enfermos falsos.
En ese contexto yo personalmente puedo dudar si es que Yasna se llevó plata de las subvenciones para la casa, tal vez ni lo haya hecho. Bajo ese punto de vista, sería completamente inocente, y se comprendería la postura del gobierno y la concertación, que aseguran que la acusación no tiene un argumento jurídico, si no un argumento político.
Ahora me pregunto yo, ¿alguien cree que esta inocente funcionaria pública no sabía que estaba pasando en su ministerio? y si es así, ¿estaba capacitada, entonces, para estar a cargo de una cartera si no es capaz de tener control sobre lo que en ella ocurre?
Pues bien, comparando, muy superficialmente por cierto, el tema de las responsabilidades, si un sector pidió la cabeza de Pinochet por los condoros que se mandó, ejecutados por otros ¿podrían pedir la cabecita de Yasna por lo que ha ocurrido en su ministerio? Es para pensarlo, por lo menos. Repito que no estoy comparando el tenor de las faltas. Solo estoy comparando responsabilidades cuando estás al mando de algo. Si alguien que yo tengo a cargo, me falla en mi trabajo, mi jefe vendrá a hablar conmigo ¿verdad? En ese sentido lo estoy planteando.
Recuerdo que alguien dijo por ahí, que una de las cosas que le gustaría escuchar y poder decir es “perdón, me equivoqué”.
El último a quien le escuché decir eso fue al Cóndor Rojas, cuando reconoció que se había cortado la frente en el maracanazo del ’89.
Pero en política, nadie. Yasna se equivocó, tal vez no robó, pero se equivocó. Eso explica sus misas televisadas, podrían televisar sus confesiones con los curas. Le falta ir a meterse al Tibet. No, ahora no es buena idea. En fin, todo lo que ocurrió en su ministerio, es su responsabilidad. Eso es todo, Amén.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ya que tocas el tema...creo que este es el comienzo de un ciclo que se repite (como en todo orden de cosas)Solo basta con mirar nuestra historia de Chile e irnos al Gobierno de José Manuel Balmaceda (recomiendo que lo leas), y saques tus propias conclusiones. Te darás cuenta que el poder que tienen actualmente la cámara de diputados y senadores para remover a cualquier autoridad de su cargo, es el mismo que llevó a Chile a una revolución en el año 1891.

Anónimo dijo...

Es solo el poder que les dio el pueblo...lo que pasa es que todos quieren tener mayoria, y cuando la pierden, ya las instituciones no les sirven asi. No me sorprende que ahora a mucha gente no le guste las decisiones que toma el senado, pero cuando tomaban decisiones con mayoria, ahi era una gran institucion, eso se llama la ley del embudo, yo lo llamo las vueltas de la vida, perder la mayoria es casi un castigo, merecido por lo demas para los nuevos ricos, que se estan llevando el pais para la casa