jueves, 24 de julio de 2008

VAMOS SIN MIEDO TRAS EL BANDIDO...


Miércoles por la noche. Con unos amigos compartimos una tocata en el bar El Abasto, ubicado en la calle Elías en el puerto. Nada tiene de raro eso, no voy a hacerle propaganda al negocio, al menos no de forma gratuita.
En algún momento de la noche, justo cuando yo participaba de la música, encargados del lugar nos propusieron abruptamente moderar el volumen que emitíamos pues en las afueras del lugar, había un gran despliegue policial controlando la numerosa presencia de jóvenes bebiendo alcohol en la vía pública. A pesar de ser un lugar establecido para tal efecto (por la costumbre de los adolescentes), sigue siendo ilegal hacerlo así es que la presencia de carabineros no me sorprende. Tampoco me sorprende que tuviéramos que dejar nuestros instrumentos de lado, siempre es sano evitar cualquier tipo de conflicto con los uniformados, aun cuando se tenga todo en regla. Todos sabemos que si ellos quieren multarnos por algo, siempre encontrarán una razón.
Pasó un buen rato, la tocata había terminado, creo que disfrutábamos algo para tomar, no estoy seguro, cuando, de repente... detrás de un árbol...aparecen ellos.
De nuevo y de repente, dentro del local alcancé a contar seis (6) carabineros, con diferentes tipos de huinchas en sus gorras un par de ellos sobre los cuarenta años, y el resto, niños. Pero en fin, carabineros después de todo. Carabineros que tenían algo en común: todos, con chaleco antibalas. Todos.
A las 02:50 de la madrugada ya llevaban en su interior más de veinte minutos, y la infracción ya estaba cursada. En ese lapso, alguien alcanzó a contar más de ocho funcionarios en el interior del recinto. Otra persona aseguro haber visto a unos cinco más afuera, donde se encontraba detenido el furgón policial con las balizas encendidas.
Tengo entendido que cursaron una infracción por un tema de patentes. Lamentablemente no hay nada que yo pueda hacer al respecto, no es mi tema, no aun. Y tampoco es el tema de estas líneas.
Hay algo en lo que todos los que estábamos presentes coincidimos, ¿qué hacían tantos carabineros juntos en un procedimiento tan común y a la vez tan inofensivo, dentro de un local nocturno? Si hubieran efectuado un control de identidad a las personas en busca de un peligroso criminal, tal vez habría justificado el uso del antibalas y la dotación presente. Mientras un uniformado escribía, con esa agilidad y capacidad de síntesis que acostumbran no mostrar, los otros cinco miraban el lugar con cara de “... está bueno esto, podríamos venir un día...”
Ojalá no lo hagan, el local está bien así como está, no quiero que lleguen mujeres o niñas ordinarias o de dudosa historia, buscando los cortes de cabello y las gorras que tanto las excitan.
Por otra parte y como comentó un colega en el momento, “... ahora mismo están violando a cinco menores de edad aquí al frente (paseo del ascensor Reina Victoria) y estos huevones están dando la hora aquí, eso es por que se les hace el culo, les queda grande y vienen a huevear en estas cosas fáciles...”
Yo no estoy tan de acuerdo con esta expresión, pero en su forma, yo habría sido más diplomático, pero sí en su fondo, pienso exactamente lo mismo.
Ya escribí antes sobre los temas que preocuparon la atención de carabineros y la guardia del Metro de Santiago con lo de mi amiga Monse y su baile del caño. Esto es lo mismo.
Qué culpa tiene el joven dueño o administrador de El Abasto, un problema de patente es ilegal, es verdad, pero para eso no se necesitan más de ocho carabineros con chaleco antibalas en su interior. Me sentí como un delincuente atrapado en el lugar, si sólo faltó que usaran cascos, escudos y que nos apuntaran para quedarnos quietos.
Nunca he tenido un problema con la policía, esa que no deja ver, no quiero tenerlo. Alguien debería explicarles dos conceptos: Criterio y prioridades. El primero es mucho pedir, pero el segundo lo pueden intentar.
Cantemos: “...Duerme tranquila niña inocente, sin preocuparte del bandolero...”
Niña, preocúpate de los locales que no tienen patente, eso sí que es malo.

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