martes, 9 de marzo de 2010

EL SONIDO DEL GAS


Una tarde tranquila de este muy especial mes de Marzo, en el silencio de una pésima programación televisiva como fondo de luz, sentí un ruido que me llamó la atención y me invitó a conocerlo.

Con una disimulada preocupación por ruidos desconocidos, heredada inequívocamente de los últimos movimientos de la tierra, silencié el aparato televisor y concentré mis oídos en el exterior. Se trataba de un sonido similar al que se oye cuando alguien habla por radio, como las comunicaciones de las ya olvidadas “motos que hablan solas”. Después de unos segundos, corroboré que efectivamente de trataba de uno de esos aparatos. Lo particular de esto, era el sonido que lo seguía, ya que la voz del hombre parecía pronunciar sólo una palabra, sin embargo después de eso, se oía un golpeteo bastante desagradable y, a lo menos, indescriptible.

Mi curiosidad pudo más e intenté acercarme a la puerta, abriéndola sigilosamente ante lo desconocido de estos sonidos. No conseguí ver nada, pero a pesar de eso, pude oír claramente.

La voz que llenaba la calle con un timbre gangoso y poco claro decía “¡Abastible!”. Una voz poco entendible y con una melodía que quizás pretendía emular cantos clásicos de los vendedores puerta a puerta, muchos de los cuales son tradicionales en Chile.

Ahora bien, fue el golpeteo extraño lo que cerró el circulo y gracias al cual comprendí de que se trataba. No era otra cosa que un pequeño camión en el que se venden cilindros de gas a domicilio. Esta práctica está lejos de ser presentada como nueva, pero sin duda, yo estaba frente a una variante en este negocio. Una variante que podría justificarse como “de acuerdo a los nuevos tiempos”, pero que pierde uno de los legendarios personajes que, si bien es cierto aun existen, están de a poco convirtiéndose en una especie en extinción.

Resulta que esta empresa de gas licuado, envía los móviles a la calle sólo con la presencia del conductor, el cual vocifera la marca, ni siquiera el genérico del producto, es decir, nunca anuncia que vende gas, sólo dice “¡Abastible!”. Ahora bien, este personaje, el conductor, mediante algún mecanismo que desconozco, activa una grabación que reproduce el clásico golpeteo de los cilindros de gas con una barrita metálica. Obviamente, la grabación de se golpeteo no es fácil de obtener en buena calidad, además, el reproducirlo por ese medio disminuye considerablemente su calidad.

Durante un tiempo pude ver a los conductores jalando un cordón que tiraba una pieza metálica, éste, que atravesaba el camión hasta su parte trasera, tenía en su otro extremo, el “fierrito” que golpeaba los tubos. Estaba claro cuál sería el cambio.

El personaje en extinción, el empleado que se ubica de pie en la parte trasera del camión, golpeando los tubos con gas, ya no está. Al menos yo no lo vi.

Quizás tu lo has visto por ahí, pero me atrevo a decir que la empresa Abastible no lo tiene considerado en sus planes.

Que triste no ver a ese personaje, quien finalmente era quien te llevaba el gas a la puerta de tu casa y luego volvía a subirse atrás del camión a meter esa bulla que nunca quise escuchar, sobre todo cuando era más joven y no quería ser despertado de esa forma.

Ahora se oprime un botón y se ahorra a un empleado. Pero el golpeteo a través de un sonido de radio es feo, irreconocible y poco fiel al clásico ruido escandaloso de antaño.

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