viernes, 22 de octubre de 2010

OTRA VEZ UN ACTOR


Lo que son las cosas.

Nuevamente, otro día jueves y el siempre descongestionado zapping me deja caer en Canal 13, más exactamente al momento de la emisión de “¿Quién merece ser millonario?

Me parece que se trataba de un programa especial en que algunos personajes conocidos hacían pareja de concurso con parte de los mineros rescatados de la mina San José.

Por ahí divisé a Joaquín Lavín acompañando a uno de ellos. No sé cuánto dinero alcanzaron a recaudar respondiendo preguntas, ni el nombre del minero, sólo recuerdo que el Ministro de Educación acompañaba a quien le solicitó ayuda para continuar la formación profesional de su hijo.

En otra vuelta a caer en el programa de los millones, ya se encontraba concursando Franklin Lobos, el ya famoso ex futbolista rescatado del centro de la tierra. Su compañero de tareas culturales en este caso, era el actor Juan Falcone.

Hace algunas semanas atrás, antes del rescate de los mineros, este actor tuvo una fugaz y poco afortunada aparición tanto en programas de farándula como en algunos noticieros por problemas con su pareja. Aun así parece que la gente, y sobre todo las señoras, sienten especial atracción por este maduro galán de teleseries.

Pero sus actuaciones en televisión o sus problemas personales no son mi tema hoy.

Lamentablemente, la participación del cubano en este programa de preguntas y respuestas, parecía normal hasta su momento negro. Un momento negro del cual yo creo que ni se enteró. En realidad yo lo veo así.

Me hizo recordar el papelón del también actor Pablo Schwartz, en el mismo programa hace algunas semanas atrás. Algo me dice que esto fue peor.

El actor chileno en su momento no supo sobre un tema sobre el cual cualquier persona mayor de treinta y cinco años, y en cualquier parte del mundo debería conocer. Pero a Pablo le concedo el derecho a ignorar acerca de ese tema, aunque ya lo destrocé anteriormente (ver artículo aquí), lo que sucede es que el caso de Falcone no amerita piedad.

Ignorante somos todos, pero no puedo perdonarle a un actor profesional, que vive de un trabajo gracias al cual todo un país lo reconoce, que no sepa acerca de su propio rubro.

La pregunta le otorgaba a Juan cuatro alternativas para responder cuál era el actor protagonista de la película “El origen”.

Reconozco mi más absoluta ignorancia en lo que a cine se refiere, ya que no veo cine ni leo al respecto. Sin embargo los constantes bombardeos informativos a través de diversos medios, a veces hacen inevitable saber cosas que uno no se propone siquiera recordar. En esa situación, aun sin tener las alternativas, yo supe de inmediato que el protagonista de aquella película es Leonardo Di Caprio. Y eso que ni siquiera vi la historia esta.

Pero ocurre que se estrenó en los cines chilenos hace poco, creo que un par de meses atrás. No tengo idea si fue un éxito o un fracaso comercial o si ganó algún premio o no, sólo sé. Pero vi promociones por ahí.

Bueno, esto que yo sabía, Falcone no lo tenía ni en mente. Tanto fue, que angustiado, se atrevió a solicitar la ayuda de un comodín y eligió la opinión del público. El respetable fue implacable. Más de un 70% optó por Di Caprio y el porcentaje restante se dividió en las otras tres alternativas. La cara de asombro del cubano fue notoria, seguro debió pensar en la plancha que estaba pasando, constatando que la respuesta era prácticamente de conocimiento popular y él, que trabaja en lo mismo que Leo, no tenía noción sobre cuál era la película más reciente que hizo el protagonista de “Romeo y Julieta” o “El Aviador” entre muchas otras (¿cómo estuve?, y eso que no lo leí en internet).

Es comprensible no tener conocimientos acabados acerca de historia o de seudónimos de pintores, pero un actor que no sabe sobre una película de hace un par de meses, no tiene perdón.

Me pregunto si Juan está en el gremio de los actores que luchan por la “cultura” y se visten y adornan con sus beneficios proyectando una imagen que sólo queda en eso, y además les queda grande.

Espero que él no se jacte de ser culto, por el bien de sus colegas.

Quizás es amigo Schwartz.


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